Fernando Romero Romero
Grupo de trabajo “Recuperandola Memoria
Grupo de trabajo “Recuperando
de la Historia Social de Andalucía” (CGT-A)
Manuel López Rodríguez, el confitero a quien
apodaban Zamboa, nació en Bornos (Cádiz) el 2 de julio de 1903.
Estaba afiliado a la sociedad obrera «Luchar es Vida» (UGT) desde su fundación
en 1930 y en mayo de 1931 formó parte de la candidatura de la Conjunción
Republicano-socialista para las elecciones municipales. Fue concejal socialista
del Ayuntamiento bornicho desde el 5 de junio de ese año hasta que la
corporación fue cesada por el gobernador civil radical en septiembre de 1934 y
volvió a formar parte de ella tras el triunfo del Frente Popular en febrero de
1936. Era uno de los miembros de la gestora que presidía el socialista Antonio
Garrido Jiménez cuando se produjo la sublevación del 18 de julio. Estaba
reunido en el ayuntamiento con Garrido y los demás concejales cuando el alférez
Francisco Gavira Parra y los guardias del puesto ocuparon el edificio la mañana
del 20 de julio. El alférez, que se había sumado al golpe, los destituyó a
todos y entregó el gobierno municipal a una comisión de derechistas que quedó
presidida por Francisco Muñoz Ruiz.
El alférez Gavira puso bajo vigilancia a algunos
dirigentes de izquierdas el mismo día 20. Uno de ellos era Manuel Zamboa. Por
la noche se presentó en su casa, el número 80 de la calle Granada, un grupo de
guardias civiles y falangistas con la intención de detenerlo. No pudieron
hacerlo porque Manuel había escapado por la calle Calvario y tomó la trocha de
la ermita hacia la carretera Jerez-Ronda. El falangista Sebastián Baena Zurita
se quedó vigilado la casa por si volvía, pero Zamboa tardó
más de tres años en regresar. Se marchó del pueblo, dejando atrás a su
compañera, Luisa Muñoz Barrios, y a cinco niños. El menor, José, solo tenía dos
meses. Manuel López fue el primero de los veintitantos bornichos que durante
los meses de julio y agosto se pasaron a la «zona roja». Entre ellos iba otro
concejal, el sindicalista Francisco Rodríguez González. ¿Qué le habría ocurrido
si se hubiese quedado en Bornos? Es probable que no hubiese sobrevivido a la
atroz represión del verano de 1936. No hay más que ver cómo acabaron sus compañeros
de la corporación municipal. Fueron asesinados diez de los trece que se
quedaron, entre ellos el alcalde. Manuel salvó la vida, pero sus familiares no
escaparon a la represión. Luisa fue una de las mujeres a quienes los fascistas
pasearon por las calles del pueblo con la cabeza rapada. Y su hermano
Francisco, que había sido un activo sindicalista, fue asesinado.
Manuel estuvo toda la guerra en la «zona
republicana». Según su propio relato, desde Bornos se dirigió al cortijo Carija, del
término de Espera, y luego siguió hacia Montellano y Ronda. En Málaga
sobrevivió asistiendo a uno de los comedores que se crearon para atender a los
miles de refugiados que llegaron a la ciudad. Y fue uno de los protagonistas de
«la espantá» que se produjo cuando las columnas rebeldes españolas e italianas
cayeron sobre la ciudad en febrero de 1937. El 8 de febrero se marchó «huyendo
hasta Almería» y a los tres días se plantó en Murcia. Allí se dedicó a la venta
de dulces durante dos semanas, hasta que el 24 de febrero fue detenido por una
pareja de guardias de asalto que lo llevó a un centro de reclutamiento. Lo
encuadraron en el Batallón Málaga nº 1 y lo enviaron a Valencia y Beteta
(Cuenca). Decía que fue en esta última localidad donde le concedieron el rango
de teniente, un ascenso que resulta, como mínimo, sorprendente ya que no habían
pasado ni dos meses desde su incorporación al ejército. Estuvo al mando de la
sección de infantería que guarnecía el castillo hasta que el 14 de abril lo
destinaron a Saldón y permaneció un año completo en el frente de Teruel y en el
sector de Gea de Albarracín. En junio de 1938 lo destinaron a una compañía de
ametralladoras de la 50 División en Espadán (Castellón) y fue entonces cuando
se afilió al Partido Comunista. Continuó en Levante hasta el final de la guerra
y se entregó a las tropas franquistas en Casinos (Valencia) el 29 de marzo de
1939.
Manuel López quedó detenido en cuanto se entregó. Lo enviaron al campo de concentración de Medinaceli, en Soria, donde un juzgado instructor de la V Región Militar comenzó a investigar sus antecedentes sociopolíticos. El expediente se transfirió luego a la Auditoría de Guerra de la II Región y el 23 de agosto los Servicios de Justicia de Cádiz asignaron la instrucción de su procedimiento sumarísimo al alférez de Infantería Esteban Matía Cuesta (Juzgado Militar de Instrucción nº 23), que también se había hecho cargo de los de varios bornenses que acababan de regresar al pueblo desde la zona republicana. Reclamado por el alférez, Manuel López ingresó el 21 de septiembre en la cárcel municipal de Bornos.
Antes de que Zamboa llegase al pueblo, el instructor ya tenía informes sobre su conducta expedidos por el Ayuntamiento, la Falange y la Guardia Civil. Y también había tomado declaración al alcalde, Francisco Muñoz, y al jefe de Falange, Domingo Ramírez López. Según Muñoz, Zamboa era «uno de los elementos más destacados de esta localidad en cuanto a sus ideas de izquierda distinguiéndose en la propaganda de la misma y siendo promotor en la mayoría de los casos de las huelgas, mítines y demás actos que dimanaban del centro marxista». El alférez Matía Cuesta también solicitó informes a las autoridades de los lugares por los que Zamboa pasó durante la huida y en los que residió en la «zona roja», pero nadie parecía saber nada de él. Ni en Montellano, ni en Málaga, Teruel, Castellón ni Valencia. Para colmo, un error burocrático hizo que acabasen unidos a su expediente unos certificados que avalaban la conducta de otro teniente que se llamaba exactamente igual que él, que se rindió a los «nacionales» en Sacedón (Guadalajara) y que también estuvo preso en Medinaceli. El alférez pidió informes a Sacedón, pero el teniente Manuel López Rodríguez que conocían allí era asturiano o leonés, rubio, alto y de unos veintisiete años. Esa descripción no encajaba con el perfil del confitero bornicho. Ni tampoco parecía que fuese Zamboa ninguno de los siete Manuel López Rodríguez que aparecían en el fichero del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM). Al final, el instructor sólo pudo contar con los informes y declaraciones que se hicieron en Bornos y con los de unos vecinos de Espera que lo vieron cuando se escapó del pueblo en julio de 1936.
Manuel López quedó detenido en cuanto se entregó. Lo enviaron al campo de concentración de Medinaceli, en Soria, donde un juzgado instructor de la V Región Militar comenzó a investigar sus antecedentes sociopolíticos. El expediente se transfirió luego a la Auditoría de Guerra de la II Región y el 23 de agosto los Servicios de Justicia de Cádiz asignaron la instrucción de su procedimiento sumarísimo al alférez de Infantería Esteban Matía Cuesta (Juzgado Militar de Instrucción nº 23), que también se había hecho cargo de los de varios bornenses que acababan de regresar al pueblo desde la zona republicana. Reclamado por el alférez, Manuel López ingresó el 21 de septiembre en la cárcel municipal de Bornos.
Antes de que Zamboa llegase al pueblo, el instructor ya tenía informes sobre su conducta expedidos por el Ayuntamiento, la Falange y la Guardia Civil. Y también había tomado declaración al alcalde, Francisco Muñoz, y al jefe de Falange, Domingo Ramírez López. Según Muñoz, Zamboa era «uno de los elementos más destacados de esta localidad en cuanto a sus ideas de izquierda distinguiéndose en la propaganda de la misma y siendo promotor en la mayoría de los casos de las huelgas, mítines y demás actos que dimanaban del centro marxista». El alférez Matía Cuesta también solicitó informes a las autoridades de los lugares por los que Zamboa pasó durante la huida y en los que residió en la «zona roja», pero nadie parecía saber nada de él. Ni en Montellano, ni en Málaga, Teruel, Castellón ni Valencia. Para colmo, un error burocrático hizo que acabasen unidos a su expediente unos certificados que avalaban la conducta de otro teniente que se llamaba exactamente igual que él, que se rindió a los «nacionales» en Sacedón (Guadalajara) y que también estuvo preso en Medinaceli. El alférez pidió informes a Sacedón, pero el teniente Manuel López Rodríguez que conocían allí era asturiano o leonés, rubio, alto y de unos veintisiete años. Esa descripción no encajaba con el perfil del confitero bornicho. Ni tampoco parecía que fuese Zamboa ninguno de los siete Manuel López Rodríguez que aparecían en el fichero del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM). Al final, el instructor sólo pudo contar con los informes y declaraciones que se hicieron en Bornos y con los de unos vecinos de Espera que lo vieron cuando se escapó del pueblo en julio de 1936.
La instrucción del sumario se prolongó durante
varios meses y, mientras tanto, Manuel fue trasladado de Bornos al Castillo de
Santiago de Sanlúcar de Barrameda y desde este, a principios de 1940, a la
Prisión del Partido de Jerez de la Frontera. Uno de los últimos documentos que
se incorporaron al sumario fue una declaración del falangista Sebastián Baena
Zurita, que en 1940 era sargento de Infantería y prestaba servicios en Ubrique
como secretario del Juzgado Militar de Instrucción nº 47. El propio Zamboa lo
había citado para que avalase su conducta, pero más le valdría no haberlo
hecho, porque nada bueno dijo de él. Entre otras cosas, declaró que había
rumores («indicios aunque no muy ciertos y de rumor público») de que en alguna
ocasión formó parte de un grupo de extremistas que fue disuelto por la Guardia
Civil cuando pretendía quemar la iglesia. Como en julio de 1936 escapó en
dirección a Espera, quisieron responsabilizarlo de la tala de árboles para
cortar la carretera de Sevilla y de mantener contactos con dirigentes de
izquierda de otros pueblos de la comarca para organizar la resistencia contra
los golpistas, pero de nada de eso había pruebas fehacientes.
El consejo de guerra se celebró en Jerez a las 16:00 horas del 7 de mayo de 1940. Presidió el tribunal el coronel Rafael López Alba y actuaron como vocales los capitanes Gabriel García Trujillo y Alfonso Pérez Mas, el teniente José Toscano Barberá y, como ponente, el capitán honorífico del Cuerpo Jurídico Militar Fernando Wilhelmi Castro. El defensor, el teniente Antonio María de Salazar y Moyano, fue designado el mismo día de la vista y solo tuvo unas horas para examinar el sumario. El fiscal, Alfonso Palomino, solicitó una condena de veinte años de cárcel por delito de auxilio a la rebelión militar y el tribunal lo sentenció a doce años y un día. Los hechos que la sentencia consideraba probados eran que
Manuel López Rodríguez,
afiliado a la UGT actuó como Concejal y Teniente Alcalde en la gestora del
Frente Popular, se unió a los revolucionarios desde los primeros momentos
intentando organizar desde el Ayuntamiento el asalto al Cuartel de la Guardia
Civil y otros desmanes, no lográndolo y huyendo a la zona enemiga en [la] que
se inscribió voluntariamente en el Ejército enemigo y obtuvo la graduación de
teniente.
Como Manuel Zamboa, centenares de gaditanos fueron juzgados durante la
guerra y posguerra por delito de rebelión militar sobre la base de lo que se ha
denominado «la justicia al revés». Lo que hicieron fue oponerse al golpe
militar contra el gobierno legalmente constituido de la República, pero al
final fueron los rebeldes quienes los acusaron, juzgaron y condenaron a ellos
por rebelión. Con esa condena, Manuel Zamboa tendría que haber
permanecido en la cárcel hasta el 19 de septiembre de 1951, pero las políticas
de reducción de pena y libertad condicional le permitieron salir a mediados de
1943. Estuvo un tiempo viviendo fuera de Bornos –parece que en Dos Hermanas–
pero en 1947 residía en el pueblo en régimen de libertad vigilada.