Cumple ocho años la web que, con una exigua ayuda económica de la Junta, ha rescatado del olvido a más de 15.000 represaliados del franquismo en Sevilla y 80.000 en Andalucía. Sus artífices sospechan que faltan al menos otros tantos.
22 abril 2014
22 abril 2014
El pasado no ha hecho más que empezar. Dice Cecilio Gordillo –la cara visible del equipo de voluntarios– que a base de excavar en el tiempo han logrado salvar a más de 80.000 andaluces del olvido. Y que probablemente queden todavía otros tantos por aparecer, o más. Si es que aparecen. Porque el tiempo sigue pasando, muchos de los desmanes del franquismo fueron ocultados, las ganas de algunas administraciones son escasas y, por si fuera poco, no hay dinero para los muertos. Tal vez sea demasiado trabajo para una sola página web que apenas se sostiene con la exigua subvencion de 6.080 euros que le concede cada año la Junta de Andalucía. Lo cual no es ni siquiera una décima parte de lo que haría falta, según Gordillo. Pero a fuerza de voluntad, Todos los nombres.org acaba de cumplir ocho años y ahí sigue, escarbando en archivos municipales, documentando recuerdos del vecindario y cunetas administrativas, y arrancándole nombres y apellidos a esa historia de terror y anonimato que comenzó en 1936 y que se resiste a acabar.
Solo en lo concerniente a Sevilla, la búsqueda de las identidades de todos los represaliados del régimen de Franco presenta unas cifras escalofriantes. Convendría tratar de imaginar –en vez de contemplar como meros números– los datos actualizados ofrecidos ayer a este periódico por los historiadores de la web, Fernando Romero y José Luis Gutiérrez Molina: 16.258 personas (14.991 hombres y 1.139 mujeres), de los cuales 128 han sido identificados solo por apodos, motes o similares, por lo que ni siquiera se ha podido definir el sexo. Otros 9.253 son muertos (fusilados, asesinados, víctimas de la ley de fugas, muertos en prisión, desaparecidos…). Y más: 3.092 juzgados en consejo de guerra; 4.353 reclusos; 933 sometidos a trabajos forzados; 1.186 con expediente de responsabilidades políticas; 321 exiliados; 619 con expediente de incautación de bienes, 171 depurados de sus trabajos; 63 mujeres vejadas (violaciones, rapados…). Hay que insistir: solo en Sevilla. Y no serían ni la mitad.
Faltan muchos, sí. Por ejemplo, los muertos de hambre. No es humor negro. «Nada más que en La Algaba», cuenta Cecilio Gordillo, «entre 1941 y 1942, se sabe que murieron de hambre 144 presos, casi la mitad de la población reclusa del campo a cargo del Ayuntamiento de Sevilla. Pues esa fosa común no figura en el mapa de fosas». Este tipo de curiosidades nada anecdóticas dan la medida de lo difícil de la tarea que se ha impuesto esta web, sustentada en dos entidades: la Asociación de Memoria Histórica y Justicia de Andalucía y el grupo de trabajo por la memoria histórica del sindicato CGT, al que pertenece Cecilio Gordillo.
«Lo mejor que se ha conseguido es dar respuesta a varios miles de personas que han encontrado a sus familiares a través de la página web», comenta el citado. «Además, servimos como una especie de puente entre los familiares de las víctimas y las fuentes de las que proceden los datos que les conciernen. Cuando se encuentra alguna información, las familias quieren saber más, como es natural, y nosotros las ponemos en contacto con quienes manejan esa información».
Los promotores de esta web han intentado larga e inútilmente la creación de una sola base de datos nacional para evitar no ya la dispersión y el desperdicio de fuerzas, tan contadas como están, sino básicamente para que haya una sistematización de datos que vaya más allá de lo local o lo regional. O como dice Gordillo: «Imagínate un sevillano, vecino de Cádiz, al que cogen prisionero en Alicante y lo fusilan en Burgos». Solo con un registro nacional se puede organizar la documentación de forma sistemática y funcional. Lo cual sería para beneficio de los deudos de los muertos y desaparecidos: «Ver reflejado el nombre del familiar, o las microbiografías que publicamos, para la familia supone un desborde de alegría». Pero de momento, la angustia de ignorar lo que sucedió, de no haber podido rescatar la memoria de los represaliados, todavía sigue siendo mayor que las sonrisas de los descendientes que han podido poner en orden y en paz sus más tristes recuerdos. Quién sabe: dos palabras terribles para quien necesita justicia y verdad.
Esa es la constante: la duda, la necesidad de saber algo más. Al entrar en la página web, lo primero que aparece es una interrogación que va saltando sobre espacios en blanco, sobre fotos que aparecen y se esfuman.Inmediatamente después, unos versos cobran forma sobre esa blancura que no es inocencia, sino olvido y cal viva. Versos firmados por Ana María Valencia, nieta por parte de madre de un matrimonio que fue fusilado en Marchena y de abuelo paterno exiliado, y que escritos de corrido dicen así: He cavado la fosa de mis muertos en el aire, donde sus huesos ligeros se mezclan con las ramas más altas de los árboles, y mansamente los luceros le brindan sus luces blancas. He cavado su tumba breve entre las nubes, cielo adentro en el lugar preciso, donde cada día un dulce viento dice al fin todos los nombres. De momento, más brisa que viento y más rumor que palabra. Pero, con suerte, el olvido tiene los días contados.