La última investigación de Fernando Romero refleja la saña fascista contra la biblioteca de Prado del Rey
“Cuando obtuvo la libertad condicional se asentó en Dos Hermanas (Sevilla) y esa ruptura del nexo con Prado del Rey contribuyó aún más a su marginación”, concluye el historiador. Sin generalizar, Romero realiza un paralelismo entre lo que suponían las bibliotecas para la derecha y las iglesias para la izquierda. “En el caso de Prado del Rey es indudable. Sacaron dos carretadas de libros, revistas y folletos y los quemaron a las afueras del pueblo”, añade. La biblioteca, cuyo lema era “La instrucción y la educación, base de la felicidad humana”, fue clausurada y, hasta febrero de 1937, los golpistas mataron al menos a 86 personas.
En julio de 1936, el cura de Villamartín (Cádiz) envió un informe al arzobispo de Sevilla sobre la conveniencia de enviar o no un párroco al pueblo vecino, Prado del Rey: “[Los jóvenes] son víctimas de perversas doctrinas que tiempo ha se difunden en ese desgraciado pueblo por medio de una biblioteca pública integrada en gran parte por libros de revolucionarios y de herejes”. La biblioteca, creada en 1918 por La Cultura , una asociación que abogaba por una sociedad laica, reunía volúmenes de Marx, Lenin, Trotsky, Bakunin, Ferrer Guardia, Federico Urales o Sánchez Rosa.
La tercera parte de los libros fueron destruidos o expoliados, según recoge Fernando Romero en su última investigación: La Cultura y la Revolución. República y Guerra Civil en Prado del Rey (Aconcagua). “Pero lo irreparable no fue la pérdida de los libros, sino de las personas. La gente de La Cultura fue represaliada: unos fueron asesinados y otros tuvieron que huir para salvar sus vidas”, explica Romero. Como Francisco Gutiérrez, Frasquito, el carpintero que fabricó las primeras estanterías, un hombre “con ideas” y alma del proyecto.
Frasquito sobrevivió porque huyó, pero no se libró de la represión: perdió a un hijo y a varios familiares y, cuando regresó, fue condenado a 12 años y un día de cárcel. “Sus nietos dicen que prefería pasar hambre y gastar lo poco que tenía en libros. Fue un referente para la izquierda de Prado del Rey –Prado Libre, como entonces lo llamaban sus habitantes– durante las primeras décadas del siglo. Un santo laico para la izquierda y bestia negra para la derecha”, sostiene Romero, que destaca, no obstante, que ha sido un personaje mal conocido y poco valorado.
Represión en Cádiz
Fernando Romero, autor de numerosas investigaciones sobre la represión fascista en la provincia de Cádiz, decidió esta vez sumergirse en la historia de Prado del Rey, entre otras cuestiones, por ser el único municipio gaditano donde prendió la llama de la revolución de octubre del 34, aunque apenas durara unas horas. El historiador insiste en que la represión en Cádiz fue brutal. “El control de la provincia era clave para los golpistas porque iba a ser la cabeza de puente para el traslado del ejército de África a la península. La mitad de los municipios estaban ocupados a las 48 horas del golpe y los últimos enclaves republicanos cayeron a principios de octubre”, explica.
Romero pone como ejemplo Prado del Rey para conocer lo que ocurrió en la mayoría de los pueblos gaditanos. “La gente de izquierda se refugió en el campo, pero a principios de agosto los guardias y falangistas empezaron a batir el término y a detener a los huidos”, afirma. Sólo en esta provincia, según las investigaciones realizadas hasta el momento, fueron asesinadas más de 3.000 personas, “tantas como en el Chile de Pinochet”.